Huelo el cambio, huelo el miedo y lo que se avecina es grande, es enorme; sin duda los tiempos de cambio son tiempos de muerte y cuando ronda esta, el pensamiento no puede ser más claro. Es por esto que e recordado algo vital y creo, con la emoción de un eminente atardecer del ciclo romano, una vieja historia que servirá como prefacio para al fin poner letras a cada pulga que compone al perro.
Hace unos meses puse al descubierto -"y que sepa bien que no sin alegría mezclada con orgullo se lo hago notar a aquellos que, después de abrir los ojos, han tomado la muy loable resolución de recorrer estas paginas, mientras arde la vela, si es de noche, mientras el sol alumbra, si es de día" Lautréamont- gran parte del rey, pero eso es solo el infantil, el niño mimado de los fariseos, es hora de mostrar los colmillos, pero primero rasguñemos un poco....
Hace ya varios años, en el principio, después de encontrar al maestro monstruo -al que mencionare cuando logre revivir de mi próxima muerte-, conocí un hada -si si, lo se, suena mamón, pero para que poner nombres y destrozar lo que en esencia es igual, pero es mas rico negar la verdad- cuya naturaleza, como la de todas las de su especie, es por el arte de la vanidad, la estética dicen, es el arte de robar la admiración del expectante, ahora que lo pienso, seguro por ello comía rosas-comer pétalos de rosa me daba indigestión-. Como buen perro no caí precisamente por esto, los polvos histrionicos de las hadas solo causan estornudos a un perro, lo divertido fue devorar la esencia de un ser cuya portada es de tierna inocencia -la lujuria, la filia y otras delicias -y, a sapiencias de ojo canino, esconde perverso deseo, aunado al placer, el gusto por tener lo que todos desean, así no me interesea...
Atrapado en la atención, aquel ser busco comprender lo que no podía hacer tangible, sabia que algo había diferente, notaba que no solo eran las pulgas, los instintos o los constantes arrojos de independencia, la gelatina simplemente no terminaba de cuajarle. Tal vez como escusa a ello, ideé un cuento, la manera de decir indirectamente lo que era, es decir, presentar al perro desde el perro. No recuerdo el cuento... ¡no logro recordarlo!... creo que el peor error es regale un pedazo del mi a seres tan poco inmortales, para ello prefiero la orquídea de piedra, eterna... eso explica que sea libre.
Lo importante es la idea, saber que el rey, antes de ser rey, es perro, que el perro, es, y nunca deberá olvidarse, un monstruo.
"Desde un inicio existió como es, lo que vivió, el tiempo para el solo fue puliendo -y solo es estrictamente despectivo- lo que ya podía hacer, lo volvió mAs sabio. El se sabia solo, podía estar en medio, y ser invisible, podía hacerlo todo, pero supo que nunca seria igual a los hombres, tenia la certeza que si se mostraba a ellos le temerían, que lo perseguirían. Por ello decidió esconderse, vivir atrás de ellos, su nuevo deporte, su diversión seria enaltecer a algunos, manejaros, hacer de ellos sus títeres siempre atrás... ser el tramoyista-director. Estar escondido en la sombra... el monstruo que bajo de su mundo para no estar solo" (es todo lo que recuerdo-... espero poder explicarlo bien mañana)
Quien diría que ese pedazo de servilleta envilecido seria de tal importancia... en el basurero donde se encuentre debe estar corrompiendo a las ratas.
Amigo: ¡tienes un pensamiento circunstancial bieeeen cabrón! Lo noté desde hace mucho, pero hoy fue más marcado con Esau y lo vengo a reafirmar con tu blog. En fin: de las orquídeas de piedra no comentaré algo.
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