sábado, 9 de julio de 2011

a don perro...

En mi vida, antes de ser tan cínico como para coronarme, fui disipulo de muchos otros canes, entre ellos el vagabundo sabio...
Que hablar del maestro, yo aun no abría los ojos cuando el ya hacia viscos, el maestro como buen padre, me fue incomprensible asta mucho después de lo que hubiese querido y justo a tiempo para ser exacto para saber de mi.

Entre mordidas uno aprende del maestro, aprende a no vender, no comprar, a tomar al tiempo como el camino, a no pensar a donde se va si no donde se esta... lección que nunca en palabras se entenderá.

Escuchar los discursos de los muertos, con el diablo almidonado en la cabecera, ese otro hijo de Dios, los recuerdos del viejo, del maestro perro... 

Al seguir sus huellas algunas pulgas se quedan - si hay uno, hay dos- y se sabe que no se necesita explicar el mundo; que se baila con la propia canción y no con la que le tocan, "si la libertad me gusta, para que voy a ser esclavo, elegir, prefiero seguir a pie..."

Si algo dejo en mi, el buen maestro, fue dar la cara al enemigo y la espalda al buen comentario, por que aquel que acepta un buen comentario empieza a ser dominado... el hombre doma al perro al acariciarlo... 

La sencillez de un perro viene de su propia negación, de nunca tener casa, y en eso aun te fallo viejo maestro... aun acumulo demasiado, aun cargo el mundo, hoy decido por mi hermano para que mi vida sea más fácil... 

Buen maestro, se que le enardecería saber que le digo así, pero hoy que no podría regañarme por su viaje a la montaña, lo aprovecho para que sepa que doy gracias a la vida y honores a la muerte.


Buen viaje viejo maestro perro: descanse en paz Facundo Cabral...

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