sábado, 8 de enero de 2011

sobre el 8 de enero y un fragmento de los mentados 10 años



Sin miedo de ser tachado, sin error alguno, de tener la peste froudiana de la mamitis, diré que me fue grato ver la evolución del cumpleaños de una madre (doble de alguna forma). Y es que seamos sinceros, hay de madres a madres. Es inevitable hablar ya de lo intangible, lo que ni el mayor de los científicos puede rastrear, eso que la banda conoce sabiamente como la "vibra". Es por supuesto de esperar que una madre, más aun aquella que todos quieren y admira, aquella cuya dulzura se ve reflejada en proporción solo a esa furia rencorosa que expele cuando hay que recordar que es ella y no nadie más, fundamentalmente la esencia, la sustancia, el cemento de cada castillo de la casa el tamal de la guajolota. Sin embargo es ella la que en su mero mole (es decir en su "cumple") debe servir a su prole, ello es lo que la reafirma como tal, por que fuera de ser madre es la absoluta sustancia X, el abismo del océano y la materia negra del espacio; y lo más maravilloso de ello es que nadie lo nota asta que uno se detiene a pensar "¿que le regalo? conozco a mi madre pero no la conozco a ella!"

Han pasado 10 años desde que paso lo que debe pasar, son 10 años de espera (tarde o temprano lo contare así que esto solo es un fragmento pa picar el hambre) y uno de los acontecimientos vitales de esa época fue justamente un regalo de la hoy festejada, un augurio a mi vida y la llave al infinito: 100 años de soledad.

Muy simbólico me parece, algo más que agregar a la primera década de un camino lleno de mariposas amarillas y mujeres elevadas al cielo... que comiese el remolino!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario